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¿Qué es la validación? ¿Cómo podemos validar y validarnos?

“¿Eso hiciste?” “¡No podes pensar eso!” “¡No puede ser!” “Dejate de hinchar y ponete las pilas”

Esas y tantas otras frases suelen salir de modo casi automático cuando escuchamos lo que otro nos cuenta o bien en nuestros diálogos internos, cuando nos reprochamos o auto juzgamos por haber hecho, pensado o sentido algo.

Es entendible que la reacción surja principalmente ante la discordancia de lo que nos dicen y lo que pensamos; entre lo que hicimos o queríamos haber hecho; lo que pensamos o sentimos y nos gustaría pensar o sentir; o bien ante la posibilidad de percibir de manera distinta al otro una misma situación sin tener en cuenta que aún ante un mismo escenario el impacto que los hechos tengan en cada uno va a depender de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos más propios.

Esa percepción suele verse reflejada en nuestras acciones, en lo que comunicamos y en como lo hacemos.

Validar supone hacer saber a la otra persona y a nosotros mismos, que lo que nos está diciendo, lo que hizo, lo que siente, tiene sentido, sin ahondar en el hecho de que sea algo sustentado por la verdad objetiva. Dejar de lado nuestros propios juicios de valor para dar paso a la comprensión puede ser un punto fundamental para afrontar y mejorar las relaciones con otros y con nosotros mismos.

¿Qué validamos?

  • La conducta

Toda conducta es válida, no por eso buena ni mala. Ser válida, en este caso, implica ser o haber sido posible. Podemos no estar de acuerdo en el modo o en la acción en sí, sin importar cuan disfuncional pueda parecernos, entender, que tuvo sentido en ese momento para quien lo hizo, es decir, que fue válida.

  • La emoción, los sentimientos y los pensamientos.

Las emociones, los sentimientos y los pensamientos, como se mencionó anteriormente son propios e inherentes a cada persona. Validarlos no implica estar de acuerdo con la experiencia emocional ajena sino demostrar interés y empatía ante la misma.

En el caso de la experiencia emocional propia, validar implica conectarnos con lo que estamos vivenciado, ejercitar la tolerancia hacia nuestra propia forma de sentir aceptando y reconociendo sin juzgarnos.

¿Cómo validar?

A otros

  • Cuando se trata de validar al otro, la comunicación gestual tiene gran importancia: mirar a los ojos demuestra que estamos enfocados, transmite confianza y seguridad.
  • Evitar frases o respuestas imperativas o que demuestren desacuerdo de un modo tajante será la mejor manera de dejar de lado nuestros juicios de valor acerca del tema en cuestión y posiblemente facilite la expresión abierta de las vivencias.
  • Busca frases alternativas que reflejen lo que comprendiste sin alterar el sentido de las emociones, sentimientos, pensamientos y conductas: “Entonces te fuiste porque sentiste que nadie te estaba prestando atención. ¿Es así? Es importante dar lugar a la confirmación mediante el interrogante.
  • Brindar una respuesta que refleje empatía y compromiso a nivel emocional: “Eso suena terrible”, “Me imagino que te debes sentir muy mal”; “¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?”.

A nosotros mismos:

  • Se plenamente consciente de lo que te está pasando escuchate y pone atención a tus pensamientos, emociones, sentimientos y reacciones.
  • Describí lo que te pasa sin juzgarte intentando ser lo más objetivo posible ante las conductas y sincero ante los pensamientos, emociones, y sentimientos. “Me fui (conducta) porque me enojé (emoción), sentí que nadie me prestaba atención (sentimiento)”.
  • Acepta que tu vivencia tiene sentido por la emoción que te provocó. “Y si, es lógico que haya querido irme si sentía que nadie me prestaba atención”.

Es importante entender que la validación no es justificación, ni aprobación. Es una herramienta efectiva para sostener y generar relaciones cuando implica a otras personas.

En el caso individual, validarnos puede ser útil para reconocer nuestras emociones, sentimientos y pensamientos; practicar el auto respeto; ser justo con nosotros mismos y apegarnos a nuestros valores.